domingo, 25 de octubre de 2009

PACTO HACIA UNA VEJEZ ADOLESCENTE - Antología 2009 del Circulo de Escritores San Fernando Atilio Betti

Finalmente el hereje del tiempo desparrama inconcientemente las huellas a través de lo que hemos vivido, son pocas las veces que nos mostramos capaces de tomar lo que nos ha hecho elevar en el sentido espiritual. Al menos cuando se es joven, esto no tiene desvelo absoluto.

Al revés de los sentidos del reloj, nos distraemos en la velocidad del día, yo digo y pienso que estamos equivocados, pero no para llamar la atención del que esta leyendo, sino por una cuestión lógica que debaten mis pensamientos. Podes estar de acuerdo o podes seguir en el próximo texto. Ya que repito, es solo mi pensamiento, que comparto en este encuentro de ideas.

Al nacer e ir creciendo nos comportamos de maneras dispares a las energías que tenemos, si somos jóvenes, porque vivimos corriendo? Siempre queriendo ganarle al tiempo y pretendemos vivir en una adolescencia, todo lo que nos entrega la vida, sin limites y con todo el vuelo de las hormonas occipitales que asedian nuestra mente prematura.

Al ver a los ancianos en la espera de trámites interminables, me pregunto porque no se ha diseñado un sistema social, que permita liberarlos pronto para ir a disfrutar del tiempo que les queda. He visto pasar los cuerpos mutilados por el paso del cansancio, he oído decir que su tiempo les sobra. Cuanta disparidad veo en estos diseños colectivos…
A esa altura de los años, el tiempo no les sobra, el mismo se vuelve en contra de los deseos aletargados. Por eso creo que estamos viviendo con desdén las horas que nos quedan.

Si los jóvenes pensáramos con frecuencia, con más pausa, con más sabiduría, seria la vida un desafío increíble en busca de amenguar las exigencias sometidas. De este modo, las energías joviales, podrían quedar guardadas en una cajita llamada “La inyección de la vida” y cada vez que los procesos jalen de las agujas, esta medicina los traería a la vida nuevamente para poder terminar de vivirla, a plena luz de las energías y su final sería con una sonrisa.

Alejandra Dimitriadis

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